El efectivo es el Rey
18 de diciembre de 2024
La frase “el efectivo es el rey” (cash is king) se remonta a 1987 y se atribuye a Pehr G. Gyllenhammar, el entonces CEO de Volvo, quien la pronunció después de una caída significativa en el mercado de valores. Aunque puede parecer historia antigua, han transcurrido apenas 37 años desde esa declaración.
A partir de esa famosa afirmación, surgió otra, de origen anónimo, que reza: “El efectivo es el rey, la deuda es la esclava”. Esta frase refleja una verdad innegable en el mundo empresarial: el efectivo es un activo que todos buscan cuando se trata de aprovechar oportunidades, pagar nóminas y proveedores, y, en general, hacer funcionar la maquinaria de la empresa, mientras que las deudas terminan siendo un desembolso más de efectivo en el tiempo.
Sin embargo, el efectivo por sí solo es un activo no productivo (non-performing asset), lo que significa que acumularlo sin invertirlo no genera rendimientos. Además, el valor real del efectivo disminuye con el paso del tiempo debido a la inflación. Por lo tanto, aunque la liquidez brinda seguridad en tiempos de incertidumbre, acumular efectivo sin un plan claro puede resultar un mal negocio, ya que se pierde valor constantemente.
En este sentido, la clave está en equilibrar la cantidad de efectivo disponible. Es recomendable mantenerlo en proporción a los gastos o desembolsos mensuales, reinvirtiendo la diferencia en el mismo negocio o en activos productivos que generen rendimientos positivos. De esta manera, se aprovecha el potencial de crecimiento y se protege el valor del dinero.
El Efectivo en Tiempos de Insolvencia
En situaciones de iliquidez o insolvencia, el efectivo se convierte en el centro de todas las decisiones. La falta de liquidez es la causa de muchos de los problemas que afectan a las empresas: la imposibilidad de pagar la nómina, los intereses o el capital de los préstamos, y hasta la necesidad de rechazar contratos atractivos debido a la falta de capital de trabajo.
Cuando una empresa entra en insolvencia, todo gira en torno al efectivo: cómo reducir los gastos, liquidar activos, mejorar el cobro de cuentas por cobrar, alargar los plazos de pago a proveedores, obtener pagos adelantados de clientes, reestructurar la deuda, y muchas otras acciones. En este contexto, cada decisión tiene como objetivo principal mejorar la caja de la empresa para garantizar su supervivencia a corto plazo.
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La Protección Legal: Un Recurso Estratégico
En casos extremos, las empresas pueden recurrir a la protección por quiebras, un mecanismo legal que les permite congelar los pagos a acreedores mientras negocian una reestructuración de su deuda. En Colombia, por ejemplo, la Ley 1116 de 2006 permite a las empresas acceder a un proceso de «protección concursal» que suspende los pagos pre-concursales hasta que se acuerden nuevos términos de pago bajo dicha ley.
Este proceso no es una solución mágica, sino una estrategia para ganar tiempo y evitar la quiebra inminente. Muchas consultoras financieras consideran que el análisis del flujo de efectivo para las próximas 15 o 16 semanas es fundamental. De esta manera, se pueden adelantar negociaciones clave para salvar incluso una semana «en rojo» y evitar que la empresa caiga en una crisis aún más profunda.
La Decisión Crítica: Quién Toma la Última Palabra
Es importante destacar que, desde un punto de vista financiero, recurrir a la ley de protección de quiebras debe ser considerado únicamente como un mecanismo para proteger la caja de la empresa. Durante este proceso, se congela temporalmente la deuda mientras se negocian los nuevos términos de pago, lo que da tiempo a la empresa para reestructurarse y evitar el colapso.
En este sentido, la decisión de ingresar a un proceso de protección concursal no debe ser tomada exclusivamente por los abogados, sino por el gerente financiero. Este último, con su conocimiento del flujo de caja y la situación financiera de la empresa, es el que mejor puede evaluar la necesidad de recurrir a esta herramienta como un último recurso para garantizar la viabilidad de la empresa a largo plazo.
Reynaldo Espinosa, Managing Partner